Yo soy Sri Aurobindo. Hermanos y Hermanas en humanidad, recibid Gracia y Presencia.
Son agradecidos por su escucha. Vuelvo de nuevo entre ustedes, esta noche, como lo he hecho he aquí algunos días, con el fin de proseguir una serie de conceptos relativos a las emociones y al Corazón. Expresé, hace algunos días lo que era el miedo, lo que representaba como secreción. En la actualidad voy a ir más allá de este concepto de miedo para intentar hacerles entender e integrar la diferencia principal que existe entre el corazón y la emoción.
La emoción se sitúa, irremediablemente, dentro de la noción de acción y de reacción. La emoción es, por definición, eso que pone en movimiento, lo que es reactivo. El Corazón es ausencia de movimiento. El ego está en movimiento. La emoción pertenece al ego, en el mismo concepto que el mental. La emoción tiene por objeto satisfacer un deseo o huir de un peligro, o encontrar un hecho, que este hecho pertenezca a un presente o a un pasado. Dentro de ciertos casos, la emoción puede también ocurrir de una proyección mental dentro del futuro, desencadenando, por ejemplo, un miedo, una aprehensión. La emoción, como lo decía, es secretada, literalmente por la química de su cerebro. Esta emoción se define siempre en un marco de reacción por relación a una experiencia preexistente, sometiéndoles, generalmente, a esta reacción inmediata. La característica esencial de la emoción, es situarse en reacción a un acontecimiento afectando su presente, no importando si la fuente de este acontecimiento se sitúa dentro del pasado, el presente o el futuro.
Voy a darle un ejemplo muy simple que comprender: Imaginen, supongan que una persona que les ponga en cólera, cualquiera que sea el objeto o el tema. La cólera pues va a manifestarse como reacción. Imaginen ahora que ustedes han decidido en su funcionamiento, de nunca reaccionar, cualesquiera que sea el acontecimiento y prorrogar a 24 horas después de que fue el hecho que implicaba la reacción y en consecuencia de no reaccionar en el momento pero prorrogar conscientemente esta reacción para 24 horas más tarde. En ese caso, ¿qué es lo que pasa? Es extremadamente simple de comprender. Ante una cólera a la cual, de manera muy lógica responderían por un comportamiento, por acciones, por una reacción, si adoptan de manera lúcida, el aplazamiento de 24 horas, ¿qué va a pasar? ¿Les sería posible y permitido expresar una cólera 24 horas después de un acontecimiento pasado? No. En ese momento, no habrá ya reacción. Obviamente, este ejemplo funciona sobre el principio de la cólera.
El problema del ser humano, es que está identificado a sus propias emociones. La emoción puede también tomar formas agradables y no solamente desagradables. Así pues, las emociones agradables pueden, hasta una determinada fase, hacérselas buscar activamente, y originando entonces eso que es llamado una adicción. Es decir cualquier cosa que intenten reproducir con el fin de probar otra vez las mismas sensaciones, la misma emoción.
La emoción del placer es la emoción ciertamente la que hace pasar más tinta y que es ciertamente uno de los motores esenciales de la humanidad, cualquiera que sea la forma que adopte este placer. Que esto sea un placer de los ojos, un placer social, un placer sexual, un placer emocional o familiar, o profesional (hay una multitud), proporcionando un sentimiento de satisfacción. ¿Cuál es la característica del placer? Es lo que no es duradero dentro del tiempo. Es por esto mismo que la adicción al placer es ciertamente la cosa más detestable a vivir para un ser humano ya que, cada vez, va a tener que recurrir a estímulos cada vez más intensos para experienciar la misma sensación y tener la misma percepción de este dicho placer. El placer no es la Alegría. Muchas personas confunden placer y alegría. El placer es siempre obtenido en respuesta a una satisfacción. Que eso concierna a los sentidos, y cualquiera que sea el sentido, o incluso la obtención de un objetivo deseado y por tanto, de un deseo. El placer y su corolario son por lo tanto deseo y satisfacción. El deseo y la satisfacción y desembocan en el placer, nunca son procedentes de fenómenos relacionados con el Corazón sino sistemáticamente relacionados con el ego y el reconocimiento de este ego, ya sea en la satisfacción, cualquiera que sea, o en la reproducción de ese deseo. La emoción les coloca por lo tanto, permanentemente, en una ley de acción y de reacción idéntica a la que se encuentra en el seno de la Ley de karma. Los seres humanos, aun sin ser terapeutas, concebirán perfectamente que de algunas de las emociones pasadas resultantes de las lesiones se manifiesten en el presente, en el cuerpo o en el funcionamiento psicológico del ser.
Las emociones están vinculadas directamente a que se denomina Manipura chakra o cuerpo astral, todavía llamado cuerpo emocional o cuerpo de deseo. El cuerpo de deseo tiene un funcionamiento que yo calificaría de semi-automático, cuya característica esencial es la de generar, permanentemente, un movimiento, dando, hasta cierto punto, el sentimiento, no real, de satisfacción. En efecto, la característica de la emoción es nacer y desaparecer y de nunca establecerse en la persistencia, si no es, a veces, establecerse en alguna adicciones donde no hay nunca una satisfacción sino búsqueda permanente. La acción y la reacción, vinculadas al cuerpo del deseo, los llevan, de manera ineludible e inexorable, a alejarlos de su Ser profundo ya que juegan literalmente sobre las fuerzas existentes en este mundo de deseo, este mundo llamado Maya, en el cual la humanidad evoluciona desde hace algún tiempo.
La mayoría de las enseñanzas, orientales en cualquier caso, tuvieron por objeto superar el deseo de todo tipo. Superar no quiere decir controlar. En efecto, querer reprimir un deseo cualquiera que sea, no lo hará desaparecer jamás sino que lo hará reaparecer siempre en un momento dado, más tardío. El control de los deseos no hace más que reaparecerlos más tarde, nunca los hace desaparecer. El deseo se expresa para implicar una acción de satisfacción que es la característica misma del cuerpo del deseo o cuerpo astral. Ese cuerpo emocional está pues vinculado a las emociones, de manera formal, al chakra Manipura que es el asiento del ego, el asiento de la apropiación. La emoción es pues un vector y la manifestación de un deseo, cualquiera que sea. Deseo que, por lo mismo, regresa a las estructuras todavía más arcaicas llamadas la voluntad. Voluntad que, ella, no está más inscrita dentro del cerebro dicho emocional-o límbico-pero directamente dentro del cerebro arcaico llamado reptiliano. El deseo, generalmente, no hace más que manifestar o traducir una voluntad. Lo que se oculte detrás de esta voluntad, se llame bien o se llame belleza, es siempre y sistemáticamente la satisfacción de una falta, cualquiera que sea. El deseo puede aparecer como sano y evidente en el desarrollo de la vida de todo ser humano pero no resiste absolutamente a un análisis más avanzado, donde el deseo va sistemáticamente a aparecer como una falta que debe colmarse.
El cuerpo de deseo, así nombrado para las enseñanzas orientales, es el que se opone a la aparición de la Vibración del Corazón y al establecimiento en sí. El deseo alimenta el ego en un juego sin final, en un juego de satisfacción, en un juego poder, en un juego de voluntad. Entonces, abrazar la palabra deseo (aunque este deseo les parece, inicialmente, como muy noble y muy justificado) no hace más que traducir, de manera ciertamente más sutil, la aplicación de la voluntad, correspondiendo a un relleno de falta. Todos los deseos, sin excepción, consiguen y se concluyen necesariamente por el relleno de una falta, aunque esta falta no puede ser reconocida como tal por la Conciencia del ego que hará todo, precisamente, para evitar que ustedes no tengan conciencia de esta falta. Eso se refiere a la satisfacción de un deseo tan simple, como el hecho de alimentarse, dónde allí, a nivel fisiológico, está claro que hay una falta de comida que implica el deseo de comer. Pero eso es la misma cosa exactamente por lo que se refiere a los deseos los más vitales, los más sociales, los más sexuales o los más naturales, dirán, del ser humano, que implican pues, sistemáticamente, un principio de falta. El ego, distanciado y separado, es pues caracterizado esencialmente por la falta y por un descontento que no encontrará nunca satisfacción en sí mismo sino que va a hacérselo creer. ¿En efecto, cuál es el ser humano que no ha satisfecho un deseo, cualquiera que sea? ¿Y que pueda decir que este deseo nunca se ha reproducido? ¿Quién puede decir que no comió más que una vez y que no ha vuelto a comer? ¿Quién puede decir que no tuvo más que una relación sexual y nunca la ha reproducido? El deseo implica el deseo. El deseo no puede satisfacerse. Eso es una evidencia inscrita en las células humanas, inscrita en el cerebro, inscrita en el comportamiento y en la naturaleza misma del cuerpo del ego o cuerpo emocional. La problemática va ocurrir cuando el ser humano comenzará a hablar de corazón. Ya que, con más frecuencia, al nivel del corazón, cada uno pone el contenido en él transmitido por la propia conciencia.
Un Cardiólogo escuchará el corazón como una bomba cardíaca. Un ser en camino espiritual va llamar el corazón, su objetivo. Un ser realizado, que ha definitivamente disuelto el cuerpo de deseo, hablará de realización del Yo. Todos esos seres designarán sin embargo la misma zona del cuerpo y la misma zona de conciencia, pero cada uno va a traducir según sus propias percepciones y según su propio vivir, su propia experiencia. ¿Entonces es que se puede decir que es más justo decir que el Corazón es una bomba? ¿Que el Corazón es emoción? ¿Que el corazón es sentimiento? O ¿que el corazón es el Yo? Toda la diferencia. Es que el lenguaje, cualquiera que sea el idioma, hace referencia, para una persona, a un contenido semántico y simbólico preciso que no es el mismo absolutamente que el de siete billones restantes de seres humanos. Sin excepción. Por lo tanto, no puede haber definición, correcta, para el Corazón, puesto que cada uno ha vivido algo muy diferente.
El Corazón no tiene nada que ver con una emoción, aunque un gran número de seres humanos considera que el Corazón pertenece del mundo de las emociones. Todos los atajos se sitúan por otra parte a este nivel: concebir el Corazón como una emoción. El Corazón es emoción solamente en algunas partes de su parte física que, allí también, evolucionan según el mundo de la acción/reacción, a saber contracción y dilatación que un cardiólogo va a llamar sístole y diástole, es decir, contracción y dilatación del corazón, remitiendo, allí también, a atracción/repulsión, acción/reacción, un movimiento de contracción yendo seguido de un movimiento de relajación. No hay más que un paso, que ha cruzado el hombre, que es el de semejar el Corazón a una emoción.
Muchos de los Antiguos que vinieron a hablarles, han insistido en algo que es fundamental, que es el Corazón/Vibración y no el corazón/bomba. El Corazón/Vibración es una percepción Vibratoria, como su nombre lo indica. Hay también, y sobre todo, una Conciencia. La Conciencia del Yo, definida por oposición a la Conciencia del ego. Les devuelvo para eso a la magistral exposición que hizo un Amigo. En lo que me concierne, llamo su atención: Si el Corazón es un deseo (tal como lo nombran), si el Corazón es una voluntad, ya no es ya el Corazón ya que el Corazón no es ni deseo, ni voluntad, ni emoción. El Corazón es un estado, más allá de la bomba cardíaca, un estado que calificaría a la vez de móvil e inmóvil pero, sobre todo, que está completamente desapegado del concepto de acción y reacción. La problemática, está a menudo en lo que se ha llamado el chakra del Corazón: las propias tradiciones subdividieron este Corazón en dos aspectos, llamados el mental discursivo o mental el inferior y el mental superior que llamé, de mi vivo, el Supramental. Todo opone al Corazón mental y al Corazón Supramental. El Corazón mental se somete, como la bomba cardíaca, al principio de acción y reacción: yo actúo y adopto un comportamiento en reacción a un aprendizaje vivido. Adopto tal conducta social en función de un aprendizaje que recibí. El comportamiento es pues resultante del mental inferior. El mental superior está, él, en cualquier otro registro, no teniendo ya nada que ver con la acción/reacción, puesto que el principio mismo de revelación del Supramental se sitúa en los principios de la Unidad de la Luz revelada, develada, manifestándose por Vibración y por Conciencia, profundamente diferente de la que existe en el cuerpo de deseo.
De numerosos místicos establecidos en el Supra mental y en el Corazón, incluso antes que el supra mental no se revela a la humanidad en la Conciencia vinculada a lo que se llama la cabeza, percibieron lo que llamé, yo mismo, para ustedes, el switch de la Conciencia: el momento en que la Conciencia va a pasar del cuerpo de deseo al cuerpo de Budeidad (Bouddhéité). Este cuerpo de Budeidad se caracteriza por un sentimiento de temporalidad, un sentimiento de disolución, un sentimiento donde las barreras, donde la acción/reacción, donde los deseos, se apagan enteramente. El Ser encontrado en el centro del Ser no tiene efectivamente ya ningún deseo.
Sri Aurobindo
Hola
ResponderEliminarESTAS SON PALABRAS DE SRI AUROBINDO?
COMO ES POSIBLE?
Cuando murioaurobindo unicamente habia menos de 3 billones de humanos en la tierra.