MA ANANDA MOYI - EL EGO
Canalizado
por: Jean Luc Ayoun Traducción: Véronique Loriot
31 de octubre de 2012
Yo soy MA ANANDA MOYI.
Vivamos un tiempo en la Comunión en la Gracia del Amor.
...Comparto del Don de la
gracia...
El ego se inscribe siempre
en el hacer. El Ser es la única cosa que se acompaña del opuesto exacto: no
hacer nada.
El ego está inscrito en
permanencia en la acción y en la reacción, así como en la adaptación. El Ser es
la Gracia personificada más allá de la persona.
El ego es resistencia. El
Ser es facilidad.
El ego tiene necesidad de
ver. El Ser está mucho más allá de todo
ver.
El ego es siempre un
movimiento. El Ser es el no-movimiento.
Vivir, concierne al ego como
al Ser.
La vida del ego tiene
siempre necesidad de justificaciones y explicaciones. La vida del Ser es
evidencia y Silencio.
El ego inscribirá siempre su
acción en un orden lógico, donde el punto de referencia siempre es el-mismo. El
Ser se pasa de toda referencia y el punto de vista es indiferentemente no
importa cual punto de vista, sin ninguna diferencia.
Del ego al Ser, no existe
más que la distancia que es concebida por el propio ego. Del Ser al ego, hay
coincidencia y Alegría.
El ego dependerá siempre de
cualquier otra cosa. El Ser no depende de nada más que lo que el Es.
El ego actúa y hace, en el
mundo de las apariencias y de las causas. El Ser no actúa pero Irradia, ya que
esta es su Naturaleza.
El ego está alimentado por
la experiencia. El Ser está alimentado por la Esencia.
Ninguna experiencia resulta
en la Esencia. La Esencia pone fin a
toda experiencia.
Descubrir el Ser, es ya no
ser afectado por cualquier circunstancia, por cualquier evento.
El ego es ausencia de Paz.
El Ser es Paz.
En los tiempos y momentos
donde el Ser colectivo aparece, el ego desaparece, incluso si no lo desea. El
Ser, más allá de la respuesta, más allá de toda evidencia, es satisfacción,
Alegría y Plenitud.
El ego es inquietud. El Ser es
seguridad.
El ego pasa y perece. El Ser
está estabilizado.
El ego cree controlar y
dirigir. El Ser no dirige nada, no
controla nada pero deja lo que el Es, Ser, por sí-mismo y a si-mismo.
El ego ama por convicción o
interés. El Ser no tiene que amar puesto que esto es su Naturaleza, su Esencia
y su única justificación.
El ego da la sensación de
una identidad y de propiedad. El Ser no puede ser limitado en una identidad o
en una propiedad.
El ego rechaza lo efímero,
mientras que el lo es. El Ser observa pasar lo efímero y no está nada
concernido.
Al momento donde el Fuego
ardiente del Amor viene a hacerles la pregunta del ego o del Ser, nadie podrá
ignorar las dos respuestas posibles: El rechazo o la aceptación.
El ego no puede pensar en
desaparecer. El Ser no está concernido, ni por la aparición ni por la
desaparición.
El ego los lleva al vientre
o a la cabeza. El Ser los lleva al Corazón y al Centro y los hace Libres.
El ego es la ignorancia del
Ser. El Ser conoce a la perfección el
ego.
El ego es una máscara que se
adapta al medio ambiente. El Ser es Permanencia, cualquiera que sea el medio
ambiente.
El ego es atraído por el
conocimiento, vivido como apropiación. El Ser Es el Conocimiento, independiente
de todo saber.
El ego se vive por contraste
y comparación. El Ser se vive por Amor sin condición y sin límite.
La única opción es esta: Ser
o ego, dar o tomar, darse a sí mismo, o tomar para el Sí.
El ego descansa una sonrisa
circunstancial. El Ser es la sonrisa permanente del Corazón, no teniendo
necesidad de la apariencia del rostro.
El ego expresará siempre la
resistencia a la evidencia. El Ser expresará siempre la Alegría del Abandono.
El ego defenderá siempre su
propio punto de vista. El Ser no tiene nada que defender porque su Presencia es
su propia defensa.
El ego siempre tendrá
sed. El Ser está saciado y no tendrá
nunca sed.
El ego es cambiante. El Ser
es fijo.
El ego nunca podrá vivir el
Instante Presente. El Ser no conoce nada
más que el Instante Presente.
El ego busca siempre
mostrarse y demostrar. El Ser no tiene nada que mostrar, solo Ser.
El ego no conocerá nunca la
Vibración del Amor. El Ser es la Vibración del Amor.
El ego siempre manifestará
una densidad exagerada. El Ser no conoce la densidad.
El ego es afectado. El Ser no puede ser afectado.
El ego buscará siempre un
punto de comparación, una escala de medida. El Ser no compara nunca nada y no
tiene nada que medir porque el Amor no mide.
El ego se sirve del ojo,
físico o sutil. El Ser no tiene necesidad de ningún ojo para ver.
El ego, viendo, verá siempre
lo que está bien y lo que está mal. El Ser no puede ver el bien o el mal porque
los dos pertenecen al ego.
El ego necesita ser
satisfecho. El Ser Es la satisfacción.
El ego querrá siempre tener
razón, incluso reconociendo sus equivocaciones. El Ser nada tiene que ver de
tener razón o equivocación porque tener razón o equivocación no se expresa más
que en el ego.
El ego es la marca dejada
por la ausencia de Amor, percibido y vivido. El Ser no puede conocer un amor
exterior.
El ego está sometido a los
riesgos del tiempo, de los pensamientos y de las emociones, de los
recuerdos. El Ser está libre de toda
causalidad.
Hasta el presente, el ego y
el Ser estaban puestos paralelos, estaban yuxtapuestos. En algunas horas de
vuestro tiempo, el Ser y el ego no podrán ya estar yuxtapuestos, la conciencia
estará en el ego o en el Ser.
El ego está siempre
vinculado a los sentidos y a los sentimientos de una historia y de creer ser
una persona. Al Ser no le concierne lo que ustedes son personalmente sino lo
que ustedes Son, en Verdad y comúnmente.
Abrirse al ego, es abrirse a
la alternancia, a los altos y a los bajos. Abrirse al Ser, es ya no vivir
alternancias: estar a la vez, en lo alto y en lo bajo, como ni en lo alto ni en
lo bajo.
El ego solo conoce el placer
efímero, que él conquista por luchas. El
Ser no conoce más que la Alegría Eterna, que no resulta de ninguna lucha.
Hasta el presente y antes de
este tiempo, el ego podía tomarse por el Ser pero el Ser no puede nunca tomarse
por el ego. En adelante, el ego verá al Ser, cara a cara y en distancia, a fin
de que claramente, se identifique a sí mismo en el sentido de una identidad o
en sentido de una perennidad.
El ego se cree infinito y
hace todo para evitar el fin. El Ser se sabe infinito y por lo tanto, no busca
nada.
El ego se sirve siempre de
la proyección. El Ser no conoce ninguna proyección.
De ahora en adelante, el ego
verá al Ser, como el Ser verá al ego, en cada uno, como en todas partes, tan
íntimo, como de manera develada.
Ver más allá de los ojos y
de toda visión, lo que ustedes Son o a lo que tienden, ya sea por el Abandono o
por la resistencia, pone cara-a-cara, mucho más allá del simple juego de la
sombra y de la Luz porque el Ser sabe que ninguna sombra puede ser tangible en
la Luz. Solo el ego ve las zonas de sombra y quiere aportar su propia solución.
El Ser dejará a la sombra resolverse a sí-misma por la acción del Ser que no
hace nada, por la acción de la propia Luz.
El ego se cree Luz y la
reivindica. El Ser Es Luz y no tiene nada que reivindicar o mostrar.
El ego siempre hará todo
para evitar tener que verse. El Ser no tiene nada que ver, como nada que
demostrar porque Es.
El ego no Es pero lo cree.
El Ser Es, sin creerlo, sin verlo, pero por proximidad e inmediatez. Y sobre
todo, el testimonio del ego es el juego del que actúa. El testimonio del Ser es
la Paz Suprema. El ego cultivará siempre el antagonismo y la suposición. El Ser
no cultiva nada porque el es Evidencia y Permanencia.
La diferencia entre el ego y
el Ser tienden simplemente a lo que tocará al alma: ya sea el alma con sed de
materia, ya sea el alma con sed de Luz. La sed de materia es un deseo sin fin,
una búsqueda frenética. El Ser es ajeno
a todo esto.
Así pues, en este tiempo, el
ego conoce y conocerá la agitación. El Ser conoce y conocerá la pacificación.
El Alma que recibe la Luz, puede quemar y desaparecer o resistir para reforzar
el ego.
El tiempo es el tiempo del
Ser, porque la Luz es oficiante, porque la Luz Real (no la que es visible a los
ojos sino la que aclara la conciencia) se hace día.
El ego pretende buscar la
Luz. El Ser no pretende nada, el Es la Luz.
Las condiciones de la Tierra
llaman esto para Liberar su Ser profundo y real. Ustedes que están sobre la
Tierra, ella los llama de la misma forma, ya sea para dejar persistir el ego o
para dejar aparecer el Ser.
Que el Ser vive el Sí y la
Unidad o el Absoluto, es la misma Alegría, la misma Paz. El ego no puede
pretender a esta Paz y a esta Alegría.
El ego conoce siempre una u
otra frustración. El Ser es ajeno a toda frustración.
El ego está vacío y se cree
pleno. El Ser está pleno pero se sabe vacío a este mundo.
Mis comentarios de esta
noche encontrarán resonancia y eco, o no, según el lugar desde donde ustedes me
hayan escuchado o me escucharéis. El Ser reconoce la esencia, más allá del
sentido de las palabras. El ego no puede más que tratar de rechazar o de discutir.
La Vibración del alma es un
Fuego. Este fuego puede alimentar la materia o alimentar la luz. Alimentar la Luz, transmuta la materia.
Alimentar la materia, no crea ninguna transmutación. Una u otra, materia y Luz,
han sido mezcladas.
El alma recibiendo la Luz
tiene por objeto desenredar y dar a vivir y a ver el ego y al Ser, a fin de que
en un momento dado, ningún habitante de la Tierra pueda esconderse tras el ego,
afirmando que no sabía. Lo que se hace consciente, de una u otra manera, no
puede ya ser ignorado, ni desviado.
Vayan más allá del sentido
de mis palabras e impregnen su alma de estas palabras. Y si son capaces, dejen
estas palabras actuar en ustedes, más allá de su sentido y significado,
verdaderamente en la Radiación y la Intensidad que les di. Hermanos y Hermanas,
Semillas de Estrellas, nada puede empañar la autenticidad del Ser, solo el ego
lo ha creído pero no sean culpables. El
ego siempre será culpabilidad. El Ser, el, es Libertad. El tiempo que viene y
que corteja, es el de la Madurez, de la Libertad, de la Verdad.
Yo soy MA ANANDA MOYI. Por
la Vibración de AL, saludo en ustedes al Ser. En la Alegría del Amor, por lo
tanto les digo hasta una próxima vez. Permítanme depositar sobre sus espaldas
el Manto Azul de la Gracia. Hasta pronto.
...Comparto del Don de la
Gracia...
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