CLAVES DE MENSAJES

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lunes, 24 de julio de 2017

YESHUA - MENSAJE SOBRE LA LUZ




YESHUA - MENSAJE SOBRE LA LUZ


Canalizado por Pamela Kribbe
Traducido por Eva Villa


“Queridos amigos afines:


YO SOY Yeshua. Vosotros sois mis hermanos y hermanas. Me uno a vosotros aquí como un igual, no como alguien que esté por encima de vosotros, sino como un amigo, un compañero. Podéis sentir la fuente común a través de la cual todos estamos conectados. Podéis sentir el flujo de la vida entre nosotros, la conexión curativa que nos hace libres.


Por favor, tener respeto por vosotros mismos, igual que lo tenéis por los demás en esta reunión. El respeto significa a valorarse a uno mismo al darse cuenta de lo que realmente somos y lo que hemos asumido en este viaje para estar en un cuerpo de carne y hueso, aquí y ahora, en esta Tierra. Ese fue un acto de fe, y muy dentro de vosotros es una creencia, una fuerza, una conciencia profunda por la cual habéis elegido estar aquí.


Cada uno de vosotros dijisteis “sí” a esta encarnación, a vuestra vida presente. Ese momento de decir “sí” se basa en un profundo conocimiento; sin embargo, os han surgido dudas debido a los viejos recuerdos de las experiencias de otras vidas en la Tierra. Esas dudas han velado vuestro claro y evidente “sí”, y han causado que se vuelva turbio y oscurecido. A veces os habéis sentido perdidos en ésta aventura terrenal, solos y abandonados. Conozco el dolor que habéis experimentado.


Se me ha retratado a menudo como un santo, un iluminado que lo sabía todo. Eso no fue así, porque yo también tuve profundas dudas y temores. Formaba parte de mi viaje, ya que el hecho de verme en mi imperfección y mi quebrantamiento forma parte del vuestro. Cuando vivía en la Tierra, me inspiré en una luz a la que quería dar testimonio; una luz que está más allá de las palabras, que contiene amor, maravilla, belleza, humor y sabiduría. Esa luz no me pertenecía, sino que fue entregada a través de mí, al igual que os está sucediendo a vosotros.


Yo también tuve momentos de profunda desesperación al experimentar la falta de comprensión por parte de los que me rodeaban, al no sentirme reconocido, tal como os pasa a vosotros. Es por eso que yo podía llegar a las personas que se encontraban muy solas; las personas que se sentían desesperadas por el dolor, tanto física como emocionalmente; las personas que se encontraban en un desierto espiritual. Yo podía entender a esas personas, porque había experimentado, dentro de mí, las emociones, los estados de ánimo y los pensamientos que ellas estaban experimentando.


La experiencia humana, con todos sus altibajos, es necesaria para que nuestra luz brille aquí. Lo que percibís en vuestra vida como oscuridad, como tristeza, como obstáculo, todo forma parte de vuestro viaje. No es un obstáculo que debéis tratar de evitar. Se trata de probar vuestra capacidad para aceptar las cosas y para traer la luz de vuestro corazón hacia los demás, al igual que una piedra puede ser iluminada desde dentro y convertirse en una hermosa joya. Esa es la tarea para la que estáis destinados: experimentar la oscuridad, para entenderla desde dentro, y después encender la luz y someterse a toda la gama de experiencias humanas; envolverlas con la conciencia y sentirlas por completo. Entonces la energía de Cristo despertará en vosotros, que sois seres humanos (se requiere ser humano para que esto suceda).


No podemos desarrollar esa energía, ese poder único, particular y brillante de la energía de Cristo, en los altos reinos etéricos donde se carece de la resistencia y la profundidad de la experiencia humana. Mirad pues, aquello que aparentemente os retrasa, aquello a lo que os resistís, lo que os desalienta o molesta, y lo que podríais aborrecer, como precisamente vuestro destino, el propósito para el que estáis aquí.


Es una experiencia mágica ayudar a otro ser humano a iluminarse desde dentro, para que luego se convierta en un ser a través del cual pueden ocurrir milagros. Hay historias contadas sobre mí en relación con milagros y repentinas curaciones físicas y mentales. Pero el poder que yo tenía no era de naturaleza mágica; los milagros no ocurrieron por ningún truco místico. Yo podía llegar a las personas que se encontraban maduras para ello, a quienes estaban a punto de experimentar un gran avance interno, a través de mi comprensión profunda de su humanidad. No hice ningún juicio acerca de quiénes eran, ni de sus aspectos negativos o positivos; yo estaba justo ahí; en el momento preciso. Y había gente que, en su contacto conmigo, experimentó el Amor, y el Amor fue lo que les salvó. Era como si su verdadera naturaleza fuera llamada a despertar de repente, y eso es lo que ocurre con los milagros. No fue algo que en realidad hiciera yo, sino algo que sucedió en la interacción entre nosotros.


El hecho de que yo estuviera abierto, fue lo que hizo posible que pudiera recibir la luz de Cristo y fuera capaz de transmitirla a los demás. Y esta apertura de la que estoy hablando muy a menudo se logra, como ser humano, a través de una experiencia de crisis. Vosotros normalmente estáis atrapados en todo tipo de creencias acerca de lo que podría o no suceder, o debe o no debe ser, antes de poder abriros a la luz de Cristo. Estáis llenos de ideas y patrones de pensamiento que crean una multitud de emociones y estados de ánimo. Intentáis dar forma a vuestro mundo, vuestra vida, a partir de tales ideas y patrones de pensamiento, hasta chocar contra algo que es tan enorme que no se puede encontrar una manera ordenada de evitarlo, y entonces todas vuestras certezas, vuestras creencias y patrones de pensamiento, son barridos. Si se cae en un hoyo profundo, esto suele traer una cantidad abrumadora de miedo. Se le puede llamar “la noche oscura del alma”, y es una experiencia aterradora.


Al mismo tiempo, existe la posibilidad de que esa experiencia terrible pueda convertirse en una apertura al daros cuenta de que ya no conocéis la manera “correcta” de hacer las cosas, y entonces una parte de vosotros se da por vencida, mientras que otra parte se abre por completo. La parte que se rinde es la parte defensiva, la que se resiste, y siempre piensa que lo sabe todo, que es impaciente, que quiere y exige todo tipo de cosas de la vida. Esa parte con frecuencia se desvanece en una crisis, y si os atrevéis a dejarla morir, la luz puede comenzar a brillar en vuestro interior. De este modo podéis ver como una experiencia de crisis, algo que parece demasiado grande para ser digerido, también tiene el potencial de abrir una puerta a la luz. Pero es una experiencia muy intensa, ya que la parte que muere no quiere morir, quiere mantenerse y se resiste.


Os pido que traigáis a vuestra mente la parte de vosotros que se opone a la luz y que está en contra de la luz en general: la luz del cosmos que quiere fluir a través de vosotros. Algo dentro de vosotros, quiere protegerse contra esa posibilidad, por lo que sentiréis, si es posible, la vacilación cuando os pido imaginar que la luz fluye a través de vosotros libremente, a través de todas las partes de vuestro cuerpo y hacia el mundo. ¿Qué provoca esta imagen en vosotros? ¿Podéis permitir esa posibilidad? ¿Sentís incluso que es posible? ¿O hay algo en vosotros que quiere protegerse de la luz? Imaginar que esa parte protectora está delante de vosotros como un escudo. Preguntaros: “¿Para qué necesito este escudo”? Tomar esta actitud defensiva en serio, porque hay algo en vosotros que siente la necesidad de mantener el escudo en su lugar. Respetar esa parte guardiana porque el escudo siempre tiene un propósito. Está ahí para proteger una parte muy vulnerable de vosotros.


¿Qué parte de vosotros no va a permitir pasar la luz? ¿Qué parte de vosotros lo experimenta como una petición demasiado grande, o como una amenaza, o incluso como algo peligroso? Hay que acercarse a esa parte con suavidad, como si fuera un niño.


Verlo como un niño que ha sido rechazado, un niño que ha cambiado su energía vital interior. Acercaros a este niño muy suavemente y ver lo hermoso que es; todavía irradia belleza incluso con su vulnerabilidad extrema y su actitud defensiva. Arrodillaros ante este niño y envolverle con vuestra generosidad y bondad. Arrodillaros con suave aceptación y sin intentar que el niño cambie, o querer imponer nada sobre el niño. Sentaros en silencio, de una manera relajada, con este niño y sentir cómo podéis tomar el lugar de ese escudo. Hasta ahora, el niño se ha sentido protegido por esta barrera defensiva entre vosotros y el mundo exterior, pero este escudo es también una barrera entre vosotros y vuestros sentimientos más profundos.


Preguntar al niño si podéis tomar el lugar de este escudo. Basta con preguntar al niño: “¿Me permites que cuide de ti?, ¿Te parece bien?” Pregunta honesta y abiertamente: “¿Te estoy protegiendo lo suficiente?” Y dejar que hable libremente. Tal vez os diga: “No, no estoy lo suficientemente seguro, me temo”. Preguntar lo que necesita, o lo que podéis hacer, para que se sienta seguro. Tomaros vuestro tiempo para hacer esto, porque podéis tener esta conversación con vuestro niño interior una y otra vez. Es un ser vivo, una parte de vosotros que lleva mucho amor, y por lo tanto tiene mucho amor para dar. Pero debe sentirse seguro en la Tierra y es por eso que vuestra dulzura y la fidelidad son necesarios.


Cuando hayáis erigido una barrera defensiva, un escudo, para proteger y ocultar vuestro niño interior, ya no estaréis conscientemente conectados a ese niño; se convertirá en algo oculto. Podéis sentiros, por ejemplo, en actitud defensiva, o completamente abrumados en ciertos momentos de vuestra vida, y no sabéis por qué os ocurre esto. Podéis llegar a estar enojados o decepcionados o desanimados, y cuando esto sucede es porque hay patrones de reacción automática que se interponen entre vosotros y vuestro niño interior. Al renovar la conexión con este niño vulnerable dentro de vosotros, y comenzar la conversación una y otra vez, podéis encontrar poco a poco una forma de resolver estos patrones de reacción automáticos – la barrera defensiva – pero exige paciencia y gentileza por vuestra parte. Y se os pide que entendáis, muy profundamente, que esta parte vulnerable de vosotros mismos, no es un obstáculo que deba ser evitado o superado, y tampoco debe ser eliminado.


Se pretende que vosotros evolucionéis a través de este niño, por lo que debéis envolverlo con vuestra comprensión y amor, y entonces la luz de Cristo despertará en vosotros. Atrás quedarán las ideas fijas y juicios y creencias, y el tener que esforzaros siempre y luchar por aquello que creéis necesitar. En su lugar, habrá una disposición y apertura en la que vais a conoceros a vosotros mismos una y otra vez a través de la atención y la maravilla. Pero no debéis pensar que ya sabéis todo lo que es necesario saber, y lo que es bueno para vosotros; tenéis que dejaros sorprender por las respuestas de vuestro niño interior.


Este es vuestro camino, porque el alma tiene algo que aprender de la experiencia humana. A veces veis el cielo, el mundo al que pertenece el alma, como un mundo perfecto, pero también como un lugar del que habéis sido expulsados. Se supone que fuisteis forzados a sobrevivir en un mundo imperfecto y a menudo extraño, la Tierra, donde tantas emociones os pesan, y esto lo sentís como un castigo. Pero el reino de donde venís, el mundo del alma, no es perfecto tampoco. Allí falta algo esencial, y es por eso que siempre habéis dado el salto de la fe en la encarnación. Es la vida misma, esa búsqueda a tientas, esa manera profunda e intensa de experimentar – lo cual es posible, especialmente en la Tierra – a través de la cual vuestra comprensión, vuestra paciencia, y vuestra compasión se hace más profunda y sustancial. Ese es el significado espiritual de la vida en la Tierra. Los destellos de la perfección se puede experimentar aquí – a menudo en momentos de simplicidad, o por medio de la intuición, o en una experiencia de puro disfrute y belleza – y tales destellos tienen más peso que estar simplemente en un estado de euforia perpetuo en las regiones celestes.



Sin duda, es maravilloso estar en un ambiente de armonía, con menos resistencia y un menor número de altibajos, y disfrutar de un tiempo indefinido. Pero no podemos negar la belleza y el valor espiritual profundo de la vida en la Tierra, de lo que está pasando. Debéis tomar la experiencia, la sabiduría, y los avances que experimentáis aquí, y llevarlo a los reinos de luz, porque esos reinos obtendrán más sustancia y más vitalidad debido a vuestra experiencia. Existe una interacción continua entre el reino de la Tierra y los reinos “del otro lado”. El tesoro de vuestra propia vida tiene gran valor. Sois valientes; actuáis poderosamente; así reconocéis vuestra propia luz.



Me gusta estar aquí junto a vosotros. Cuando estoy aquí, aunque no estoy en un cuerpo, me convierto en humano de alguna manera, y recuerdo una vez más la forma en que se siente ser humano. Supone una carga, sí, pero también hay momentos elevados, hay amistad y solidaridad, que tocan el alma profundamente. Los lazos de amistad construidos en la Tierra permanecen en el alma y continúan haciendo su trabajo para siempre, tan preciosa es la vida en la Tierra.



Muchas gracias a todos por estar juntos y deseo saludaros a cada uno de vosotros desde mi corazón”.



YESHUA

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