YESHUA
~ EL TERCER MODO
Canalizado
por Pamela Kribbe
Amados amigos y amigas:
Soy Yeshua.
Estoy aquí con ustedes. A través de las barreras del tiempo y del espacio me
coloco a vuestro lado; siéntanme en su corazón. Yo estoy muy familiarizado con
ser un ser humano y con los altibajos que ello conlleva. He explorado toda el
área de los sentimientos humanos, y dentro de ese mundo de extremos finalmente
hallé una salida; un pasaje a un modo diferente de ver las cosas, con lo cual
toda la experiencia de ser un ser humano se presenta bajo una luz diferente: un
modo que crea tranquilidad y paz en su corazón.
Es
sobre esta salida, este pasaje, que quiero hablarles hoy. Muchos de ustedes se
hallan en un dilema; una lucha que tienen con ustedes mismos. Hay una idea viva
en su mente de que deberían ser mejores, otro diferente del que son ahora; de
que deberían ser más altamente desarrollados, más santos, más capaces de seguir
ciertas reglas, un ideal superior que tienen para ustedes mismos – pero ésta es
una idea falsa. Todo este trabajar en ustedes mismos está basado en la idea de
que no son buenos como son; de que hay algo más; de que tienen el poder de
cambiar; de que tienen control sobre el hecho de ser humanos. Ésta es una idea
vieja, y una que experimentaron plenamente en una era muy vieja.
Esta
idea existió, en parte, en la Atlántida, donde desarrollaron el tercer ojo y
donde lo experimentaron como el centro de la observación en su cabeza. Desde
ese tercer ojo pudieron percibir y también desde ahí quisieron intervenir,
moldear la vida según sus deseos. Hubo una cierta tendencia en ustedes hacia la
dominación, pero esta tendencia también estuvo inspirada por su concepto de la
verdad. Tenían la idea de que actuaban en base a principios elevados, de modo
que lo que hacían era “bueno” – y siempre es así. El poder siempre está velado por ideas que se
piensan que son buenas. Entonces toda una ideología se construye alrededor de
esta idea generando una visión del mundo que aparece como esforzándose por lo
que es bueno, mientras que en esencia ustedes están tratando de controlar la
vida – tanto en ustedes mismos como en los demás.
El
poder corrompe – los aliena del flujo natural de la vida que está presente en
cada ser humano. El poder les da un concepto de maleabilidad que, de hecho,
está basado en la ilusión. La vida, como ustedes la conocen, no es flexible en
ese sentido, y no está determinada por la razón, o por el deseo, o por el
tercer ojo. La vida no se ajusta a una visión del mundo o a un sistema, y no
puede ser organizada en base a los procesos mentales.
Por un
largo tiempo ustedes entraron en una batalla con su humanidad – la condición
humana. Muchos caminos espirituales están basados en la idea de que deben
trabajar sobre ustedes mismos, de que tienen que elevarse, y de que tienen que
imponer en ustedes un camino planeado de acción que los conducirá a una
situación ideal. Pero esta idea crea mucha lucha interna. Si comienzan con la
idea de un ideal requerido, imponen patrones sobre ustedes mismos que saben muy
bien dentro de ustedes que no logran o no pueden encontrar – entonces fallan
desde un principio.
Sientan,
ahora, la energía de esta forma de pensar: lo que se están haciendo a ustedes
mismos, qué energía viene de la necesidad de imponer, de la búsqueda de
mejorarse, y del deseo de organizar la vida, sus emociones y sus pensamientos.
Sientan la energía de querer controlar las cosas. ¿Es ésa una energía amorosa?
A menudo, esa energía se presenta como amor, como lo bueno y lo verdadero, pero
el poder siempre se esconde de esta manera de modo que sea más fácil para las
personas aceptarlo. El poder no muestra su cara abiertamente; el poder seduce a
través del pensamiento. Es por eso que es mejor no pensar sobre eso sino sentir
lo que el deseo de controlar la vida les está haciendo. Obsérvense en su vida
diaria, en el presente, en su vida ahora. ¿Cuán a menudo ustedes aún luchan con
ustedes mismos, condenan lo que surge en ustedes, lo que naturalmente brota en
ustedes y quiere fluir? En este estado de juzgamiento se siente una energía de
crítica, una frialdad: “esto no debería ser así, está mal, es necesario que se
vaya”. Sientan esa energía – ¿los ayuda?
Ahora
quiero llevarlos a un modo diferente de verse a ustedes mismos; un lugar donde
el cambio puede ocurrir, pero sin luchar, sin su abordaje de mano dura. Para
que quede claro, déjenme darles un ejemplo. Imaginen que sucede algo en su vida
que les trae una emoción de ira o de irritación – pónganle el nombre que
quieran. Ahora, ustedes pueden reaccionar a esa ira de diferentes formas. Si no
están acostumbrados a reflexionar sobre sus emociones, y sus reacciones son muy
primarias, entonces ahí no hay nada más que ira – están enfadados, punto. Están
envueltos en eso y se identifican con la ira. A menudo, luego sucede que
ustedes ponen la causa de su ira fuera de ustedes – proyectan la culpa sobre
algún otro. Alguien hizo algo equivocado y es por su culpa que ustedes se
sienten enfadados. Ésta es la reacción más primaria – están identificados con
su ira, ustedes están enojados.
Otra
posibilidad es lo que yo llamo el segundo modo de reaccionar. Ustedes están
enojados e inmediatamente hay una voz en su cabeza que les dice: “esto no
debería suceder, esto está mal, no es bueno que me irrite, debo suprimir esto.”
Podría ser que se les haya enseñado a suprimir su ira a través de la enseñanza
religiosa o por una perspectiva social. Por ejemplo: es mejor, más lindo, más
moralmente justo, no mostrar su ira a los demás. Ciertamente se aplica a las
mujeres que no es apropiado expresar abiertamente su enojo, que no es femenino.
Les
han hablado de todo tipo de ideas que han hecho que ustedes juzguen su ira.
¿Entonces qué sucede? Hay ira en ustedes e inmediatamente surge una opinión
sobre eso: “esto no está permitido, está mal.” Luego su ira se vuelve su lado
ensombrecido porque, literalmente, no puede salir a la luz – no debería verse.
¿Qué le sucede a la ira si es suprimida de ese modo? No desaparece, se les pone
detrás de la espalda para afectarlos de otras maneras; puede hacer que sean
miedosos y ansiosos. Ustedes no pueden utilizar el poder que reside en la ira
porque no se permiten utilizarlo. Pueden mostrar su lado dulce, lindo, útil,
pero no ese lado apasionado, iracundo – su lado rebelde. Entonces la ira se
encierra y ustedes piensan que son diferentes de los demás porque tienen esos
sentimientos, luego podrían incluso comenzar a distanciarse de los demás. En
cualquier caso, esto crea un conflicto amargo dentro de ustedes y aparentemente
entre dos seres, un ser de Luz y un ser Oscuro. Mientras tanto ustedes están
atrapados en este juego doloroso, y duele por dentro porque no pueden
expresarse. Es este juzgamiento que los limita.
¿Realmente
se vuelven una mejor persona a causa de esta reacción? ¿Suprimir sus propias
emociones los va a conducir al ideal de un ser humano amoroso, pacífico? Si les
describo todo esto, pueden ver muy claramente que este tipo de reacción no
funciona – no conduce a una paz real, a un equilibrio interno real. Aún así
ustedes se hacen esto. Muy a menudo ustedes silencian sus emociones, porque no
son buenas de acuerdo a las costumbres que sostienen y ustedes no reflexionan
sobre estas costumbres – de dónde vienen, o por quién o por qué han sido
alimentadas en ustedes. Entonces esto es lo que yo les recomiendo hacer: no
pensar sobre eso, sino sentirlo. Sientan la energía que reside en las críticas
que disparan sobre ustedes, con sus imágenes de lo que es ideal y de lo que
“deberían hacer”, lo cual a veces viene de motivos al parecer muy elevados –
déjenlo ser. Ustedes no se vuelven iluminados al reprimir sus emociones y al
suprimirlas sistemáticamente.
Hay un
tercer modo – un tercer modo de experimentar sus propias emociones humanas. El
primer modo fue identificarse totalmente con su ira, como en el ejemplo
anterior. El segundo modo fue desplazarlo, suprimirlo y condenarlo. El tercer
modo es permitirlo – dejarlo ser y trascenderlo. Esto es lo que hace la
conciencia. La conciencia de la que yo hablo no juzga – es un estado del ser.
Es un modo de observación que al mismo tiempo es creativo. Ahora, muchas
tradiciones espirituales les han dicho: sean conscientes de ustedes mismos, eso
es suficiente. Pero luego ustedes se preguntan: ¿cómo puede ser eso? ¿Cómo
puede la mera conciencia de mí mismo producir un cambio en el flujo de mis
emociones? Tienen que comprender que la conciencia es algo muy poderoso. Es
mucho más que un registro pasivo de una emoción – la conciencia es una intensa
fuerza creativa.
Ahora
imaginen nuevamente que algo en el mundo externo evoca en ustedes una emoción
poderosa – por ejemplo, ira. Cuando ustedes tratan con eso conscientemente, lo
observan plenamente en ustedes mismos. No hacen nada con respecto a eso,
mientras que al mismo tiempo se mantienen observando y viendo. Ya no se
identifican con la ira, no se pierden en ella, simplemente permiten que la ira
sea lo que es. Éste es un estado de desprendimiento, pero un desprendimiento
que toma gran fuerza, porque todo lo que han aprendido los seduce a ser
arrastrados dentro de sus estados de ánimo, dentro de la emoción de ira o
miedo. Y para hacerlo más complicado, ustedes también se ven inmersos en la
crítica acerca de esa ira o miedo. Entonces están siendo arrastrados en dos
sentidos y alejados de la conciencia, la salida de la que les hablé al
comienzo: la salida es el camino hacia la paz interior. Sus formas usuales de
tratar con las emociones los alejan de ese punto central, por así decirlo,
fuera de esa conciencia, y sin embargo ésta es la única manera de salir. Sólo
observando silenciosamente el alcance total de la emoción, ustedes no se
vuelven inconscientes, permanecen totalmente presentes. No se permiten ser
arrastrados – ni por la emoción, ni por la crítica sobre la emoción. Ustedes
miran esto con plena conciencia y con un sentimiento de ternura: “así es como
es en mí”.
“Veo
ira surgiendo en mí; siento que atraviesa mi cuerpo”. “Mi estómago reacciona, o
mi corazón; mis pensamientos se aceleran para justificar las razones de mi
emoción”. “Mis pensamientos me dicen que yo tengo razón y no la otra persona.”
Ustedes pueden ver que todo esto sucede a medida que se observan, pero no lo
acompañan. No se arrastran dentro de eso; no van debajo. Eso es conciencia –
esto es claridad de mente. Y de este modo ustedes llevan a descansar a sus
demonios en su vida: el miedo, la ira, la desconfianza. Les dan fuerza cuando
se identifican con ellos, o si luchan contra ellos juzgándolos – de cualquier
manera los nutren. El único modo de trascenderlos es elevándose sobre ellos,
por decirlo así, con su conciencia – no luchar contra ellos, sino simplemente
dejarlos ser.
¿Qué
les sucede luego? La conciencia no es algo estático; las cosas no permanecen
como son. Ustedes notaran que sin no alimentan la energía de la emoción o su
crítica sobre eso, ellos gradualmente desaparecerán. En otras palabras, su
equilibrio se fortalece; sus sentimientos básicos pasan a ser más de paz y
alegría. Porque si ya no hay una batalla en su corazón y en su alma, la alegría
sube burbujeando hacia arriba. Ven a la vida con una mirada más apacible. Ven
el movimiento de las emociones en su cuerpo y lo observan. También observan los
pensamientos que comienzan a acelerarse a través de su cabeza, con una mirada
que es suave y mansa. Sepan que la habilidad de observar, y no ser tragados, es
algo muy fuerte y poderoso. De esto se trata todo: ¡esto es el éxito!
Ahora
quiero pedirles, en este momento, que experimenten el poder de su propia
conciencia – el ser puro – y la liberación que eso trae, lo que les permite
sentir que no hay nada en ustedes que necesiten cambiar. Sientan la
tranquilidad y la claridad de esta conciencia: esto es lo que ustedes realmente
son. Quiten los falsos juicios. Dejen que las emociones fluyan y no las
repriman – ellas son parte de ustedes y algunas de ellas tienen un mensaje.
Pregúntense si tienen una emoción a la que le temen, una que los está
molestando, una con la que luchan. Tal vez una que se haya vuelto tabú para
ustedes. Permítanle ahora que aparezca en la forma de un niño o de un animal –
que se presente; que se muestre. Ese niño podría expresarse completamente, o
podría incluso portarse mal. Pase lo que pase, se le debe permitir hacer todo
lo que quiera y decirle lo que sienten. Ustedes son la conciencia que observa y
dice, “sí, quiero verte; quiero escuchar tu historia, exprésala”. “Cuéntame tu
historia, porque es tu verdad; podría no ser la Verdad, pero quiero oír tu
historia.” Experimenten sus emociones de este modo y no las condenen. Permitan
que vengan a hablar con ustedes. Trátenlas con la suavidad de una sabia persona
anciana, y observen lo que trae ese niño o animal. Escondida en una emoción
negativa suele haber una fuerza de vida pura que quiere emerger, y que ha sido
ahogada hasta la muerte por todos los prejuicios y juzgamientos. Dejen que el
niño o el animal vengan saltando hacia ustedes. Tal vez ahora cambie su
apariencia – recíbanlo con una apertura amorosa.
La
conciencia transforma – es el mayor instrumento para el cambio, sin embargo al
mismo tiempo no quiere cambiar nada. La conciencia dice, “sí – ¡sí a lo que
es!” Es receptiva y acepta todo lo que hay ahí, y esto cambia todo, porque los
hace libres. Ahora son libres – ya no están más a la merced de sus emociones o
de sus críticas sobre ellas. Dejándolas ser, ellas pierden su control sobre
ustedes. Por supuesto, aún pasa ocasionalmente que se sienten superados por sus
emociones y sus prejuicios – esto es ser humano. Traten de no quedarse
atascados ahí y no se castiguen por eso: “Dios mío, no he alcanzado una
conciencia clara – debo estar haciendo algo mal.” Si hacen esto, empiezan a
hacer correr otra vez la pelota del juzgamiento. Siempre pueden regresar a la
salida, a la paz, al no luchar con ustedes mismos. Observen lo que está ahí, y
no cometan el error: no dejarse arrastrar por eso es tener una gran fuerza. Ese
es el poder de la espiritualidad. La espiritualidad no es moralidad, es un modo
de ser.
YESHUA